En el clásico libro de B.K.S. Iyengar, Luz sobre el Yoga, (1966), debajo del nombre de cada postura aparece un número. Se dice que mientras más alto es el número, mayor es la dificultad de la postura. Al final de la sección de asanas, cuando aparece savasana (la postura del cadáver, a veces llamada mrtasana), notamos que no hay ningún número. Una podría pensar que esto es porque savasana es demasiado fácil, pero en realidad es lo contrario: se dice que el autor decidió no poner ningún número porque la postura requiere no solo aquietar el cuerpo, lo cual es difícil en sí mismo, sino también desarrollar la capacidad de relajarse: Permaneciendo inmóvil durante cierto tiempo y manteniendo la mente calmada mientras se está plenamente consciente, uno aprende a relajarse. No es solo un asunto físico, sino también mental: Esta postura aparentemente fácil es, por lo tanto, una de las más difíciles de dominar.

Llegar a savasana, ya sea como practicante o como profesora, implica siempre un viaje: el viaje de la práctica física o el viaje de la enseñanza. Savasana significa llegar al fin de ese viaje. Al mismo tiempo, de manera fractal, veo la experiencia de savasana como un viaje en sí mismo: tomarse un barquito hipotético y recorrer, sin un destino predeterminado, con la mente calmada pero consciente, el vasto paisaje interno: ¿Con qué nos encontramos?

Donde Iyengar dice relajarse, yo también leo descansar y es que desarrollar la capacidad de relajación está ligada a la calidad de nuestro descanso. Tanto la relajación como el descanso son esenciales para nuestra salud física y mental. Si podemos aprender de ellos, crearemos un ciclo positivo en el que se refuercen mutuamente.

La práctica de yoga postural ha sido desvirtuada de muchas formas por los sistemas en los que vivimos, sistemas que tienden a hacer responsable al individuo de problemas que a menudo son sistémicos como la falta de sueño, los niveles de estrés y el cansancio. Es ahí donde la práctica de yoga y la meditación aparecen como un medio excelente para seguir funcionando y, finalmente, ser más productivas. Y es que, al menos desde el eurocentrismo, nuestros cuerpos llevan siglos siendo comparados con máquinas. Además, existe la idea de que debemos ganarnos el derecho a descansar, ya que el descanso y la relajación son privilegios.

En el libro Descansar es Resistencia, (Rest is Resistance), de Tricia Hersey, fundadora del Ministerio de la Siesta (@thenapministry), se habla del descanso como una forma de resistencia y reparación contra esos mismos sistemas. Desde la perspectiva y experiencia de una mujer negra en Estados Unidos, habla sobre el lavado de cerebro que implica crecer en el racismo, la supremacía blanca, la desigualdad y el capitalismo. Aunque mi experiencia como mujer suramericana es diferente, no puedo sino conectar con el mensaje de fondo, ya que veo cómo, entre otras cosas, las ideas sobre el éxito están completamente conectadas con nuestro nivel de productividad: Estar colonizada es aceptar y comprar la mentira de que nuestro valor está conectado con cuánto somos capaces de hacer, dice la autora.

El libro es una crítica radical a la naturaleza abusiva y alienante de los sistemas en los que estamos inmersas. La combinación de capitalismo, globalización y más, (agregue aquí su sistema opresivo favorito), genera lo que se conoce como la «Cultura de la Trituradora» (grind culture en inglés, a veces traducido como «Cultura del Trabajo Incesante”), y hay un llamado de atención: ¿Cómo sería el mundo si estuviéramos descansadas?

Descansar, solas o en grupo, es digerir nuestras verdades, tener la posibilidad de soñar ya que nuestro espacio de sueño ha sido robado, e imaginar nuevas realidades posibles, dando espacio a lo desconocido. Descansar es respetar nuestro cuerpo físico y entenderlo como un sitio de liberación, ya que el agotamiento nos mantiene anestesiados, como zombies, viviendo en tiempos que son de otros.

Superficialmente, podría parecer que el llamado de la autora y su ministerio es hacia la flojera y la vagancia, pero no es así. Inspirada por el Mujerismo (womanism en inglés), los movimientos de liberación negra y el afrofuturismo, su obra me recuerda a la intención de los movimientos contraculturales que, en ocasiones, han estado asociados a ciertas formas de yoga a lo largo de la historia, como el tantra.

Entre otras cosas, es por eso que savasana tiene un lugar especial en mi corazón, me parece importante, a veces incluso sagrado: Aprender a habitar ese tiempo/espacio liminal, en donde pareciera que no estamos ni en un lugar, ni en otro, sino en ambos puede llegar a ser profundamente significativo. Cuando resulta, es como si se abriera un portal de presencia y ausencia simultáneas, donde somos y no somos. Qué libertad poder llegar allí y, qué regalo poder facilitar esa experiencia. En esos momentos, nos permitimos ser nuestra propia compañía, y creo que esta experiencia puede convertirse en una semilla para la recuperación de nuestro descanso y de nuestra imaginación, haciendo de savasana en un práctica física, mental y también política. 

Durante agosto vuelven las clases Nivel 2 de martes y jueves de 07:45 a 09:00am. Además, tendremos un horario de clases para Mayores de 60 años, clases gentiles, pensadas especialmente para combinar movimiento y fuerza, sin tanta necesidad de destrezas de equilibrio y otro tipos. El horario e información completa AQUÍ.

Además, el día 03 de Agosto, daré un taller de Posturas de Sentado, toda la información AQUÍ:

Muchas gracias por leer, ¡hasta la próxima!

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