Llegué a la practica de yoga debido a mi profundo interés en la filosofía de las religiones. Eso fue a los 17 años.
Algún tiempo más tarde, en el año 2007, de la mano del maestro español José María Vigar, formé parte de la primera generación de profesores certificados en el método Iyengar de Chile.
Desde entonces, he estudiado con diferentes maestros, entre los que destacan la familia Iyengar: Guruji, Geeta, Prashant y Abhijata, Usha Devi, Zubin Zarthoshtimanesh, Stephane Lalo, Gabriella Giubilaro y tantos otros. Aunque sea el mismo método, cada profesor ilumina un aspecto diferente de nuestro ser al enseñarnos. Me siento muy agradecida de lo que cada uno generosamente me ha entregado.
Aún así, lo más importante que me ha enseñado el yoga es la disciplina, siendo mi práctica personal y estudios diarios el lugar en el que encuentro fuerza, desafíos e inspiración para enfrentar mi vida y enseñar mis clases.
En mis clases me interesa desarrollar progresivamente la educación de la atención con el cuerpo y la respiración como instrumentos. Creo profundamente que, entre otras cosas, la práctica de hatha yoga es una herramienta de autoconocimiento y, de la mano de la disciplina, puede generar espacios físicos, mentales y emocionales, que ayudan a sostener nuestro bienestar más profundo.
Hoy poseo el nivel de certificación Intermedio Junior II.
