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#11: Sobre descanso, pasión y sentido(s).

En este lado del planeta seguimos en verano y aquí estoy, escribiendo desde la playa, con el Océano Pacífico y su grandeza a mi izquierda.

Desde hace años que, para mi, el ciclo anual de trabajo va desde marzo a enero, por lo que febrero tiene un tono ambiguo de silencio, descanso y planificación al mismo tiempo. 
Recuerdo una clase de Prashant Iyengar en donde hablaba, entre otras cosas, de la importancia del tono de voz que usamos al enseñar yoga. Decía algo como: «No puedes esperar que alguien se relaje en savasana si vas y le gritas ¡RELÁJATE! al finalizar la clase». 
El comienzo de mis vacaciones fueron un poco así. Mi voz interna gritando ¡RELÁJATE! y todo lo otro que soy angustiada por no lograrlo. Y es que desconectarse, por lo menos para mi, toma tiempo.

Leía en un artículo en The Economist sobre lo que ellos describen como «fashion for passion», o lo de moda que está sentir pasión por tu trabajo, junto con los beneficios y trampas que pueden haber asociadas a ello. 
Me puse a leer el artículo ya que llevo algunos años tratando de comprender eso de la pasión porque, ya sea por miedos, protección o inteligencia, no me siento muy «apasionada» para mis cosas. O al menos eso creía. Y es que en el artículo hubo algo que me ayudó a entender mejor las cosas pues dice que «los psicólogos distinguen entre la pasión armoniosa, en la que las personas se involucran en una actividad porque realmente la disfrutan, y la pasión obsesiva, un comportamiento más compulsivo en el que las personas sienten que realmente no tienen el control de sí mismas».
Quizás mi confusión radicaba en los ejemplos de pasión por el trabajo que he tenido ya que, cada vez que pensaba en aquello la imagen que aparecía es la de personas que «lo dan todo», (salud y vida incluidas), por aquello que hacen. No es un juicio a esa forma de vivir pues ya querría yo esa… ¿valentía?, sin embargo, evidentemente hay un desequilibrio o, ahora lo sé, una pasión obsesiva y la verdad es que es ese tipo de pasión la que yo siento poco. 

Pasión más, pasión menos, algo que definitivamente le entrega mi trabajo como profesora de yoga a mi vida es sentido, entendido como el intento de aportar algo que considero valioso a la vida de quienes asisten a mis clases: tiempo enfocado en profundizar la capacidad de habitar su cuerpo conscientemente, desarrollando un discernimiento basado en el autoconocimiento o la autoconciencia.
Y es que el asunto de que nos podemos ir para adentro no es un invento místicoyogi: Hace algunos meses, me crucé con esta charla de Nazareth Castellanos y, desde entonces que me puse a leer sus libros y a escuchar más sobre sus temas de estudio. 

Hay muchísimas cosas que me alucinan/emocionan de la información que Nazareth Castellanos comparte pero, conectando con que la práctica de yoga puede ser una práctica de autoconocimiento, ella habla de algo que todas hemos escuchado muchas veces: la propiocepción y la interocepción, y los pone al mismo nivel que el resto de los sentidos o sistemas que el cerebro requiere para poder coordinar su actividad. Ella dice que los sentidos no son cinco, son siete; están los sentidos de exterocepción, que nos dan la información del mundo exterior: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto, pero también están:
Interocepción: «Proceso por el cual el sistema nervioso detecta, interpreta e integra las señales que se originan en el organismo con el fin de generar un mapa interno constante y dinámico, consciente e insconsciente». En otras palabras, es la percepción del propio organismo y/o sensaciones internas del cuerpo.
Propiocepción: Lo que comúnmente se llama consciencia corporal o la comprensión de la posición del cuerpo en el espacio y/o de las sensaciones corporales (que son súper importantes porque, entre otras cosas, están íntimamente ligadas a la experiencia emocional). 

Todo lo anterior me parece muy alucinante y creo que conecta con tantísimos asuntos relacionados al estudio del Yoga que, seguramente, volveré a escribir al respecto.

En mis clases, cuando las cosas funcionan, mis intenciones como profesora se encuentran con el compromiso y el esfuerzo de quienes practican conmigo y es en esa sinergia donde se produce magia. Como dice Geeta Iyengar respecto de su propia práctica: «Pude sentir que la práctica del yoga estaba desarrollando una nueva personalidad en mí al traer equilibrio interior.»

Las clases comienzan el 06 de Marzo y toda la información la encuentras en el menú de más arriba. 
Además, haré dos talleres durante el primer semestre. Tanto las clases regulares como los talleres son posibilidades de trasladar el diálogo a la vida real por lo que, si te interesa, te animo a sumarte y/o a reservar las fechas para poder encontrarnos en carne y espíritu.  

Espero que el fin de tu verano sea lindo.

Como siempre, muchas gracias por leer. 

¡Hasta la próxima!