Si estás leyendo esto, es seguro que formas parte del 64% de la población mundial con acceso a Internet. Imaginar un sistema global de interconexión instantánea, que nos permita comunicarnos, informarnos, educarnos, transferir y almacenar datos, y crear, hubiera sido abrumador en cualquier otro momento de la historia humana. Sin embargo, aquí estamos.
Con todo este potencial en tus manos, ¿cómo te sientes?
A lo largo de los últimos 500 años de historia, han habido perfeccionamientos en la ciencia, la industria, revoluciones sociales, mejoras en la medicina y otros avances, incluido el internet, que han beneficiado a la mayoría de las personas, (aunque no a los animales ni al planeta). Sin embargo, Yuval Noah Harari, al final de su libro «Sapiens: De animales a dioses», plantea una cuestión esencial: ¿todo esto nos hace realmente más felices?
En años recientes, diversos estudios han proporcionado evidencia positiva sobre la relación entre la práctica de yogasanas y la salud física y mental. Se ha comprobado que el yoga puede ser beneficioso para tratar desórdenes asociados al dolor , así como actuar como tratamiento auxiliar en pacientes con trastornos depresivos y ansiosos. Además de esto, resulta evidente que la idea de la «felicidad» está estrechamente vinculada a la forma en que se comercializa el yoga en la actualidad. Sin embargo, más allá de esa imagen superficial (y sabiendo que hay tantísimas razones para practicar), me parece una pregunta relevante para nosotras como practicantes: El estudio y la práctica de yoga, ¿nos hace más felices?.
La felicidad es un concepto complejo que muchas veces se confunde con el placer. George Feuerstein dice: «Mientras todo placer viene seguido de sufrimiento, ya sea porque se acaba o su búsqueda provoca un doloroso desequilibrio, la felicidad no tiene efectos negativos y sólo se traduce en armonía». Harari, por su parte, define la felicidad como un «bienestar subjetivo, algo que siento en mi interior, una sensación de placer inmediato o satisfacción a largo plazo con la forma en que se desarrolla mi vida».

Una reflexión respecto de la felicidad puede comenzar con revisar nuestras expectativas ya que, a mayores expectativas, mayor posibilidad de desilusión y, por ende, de infelicidad. En el contexto de las aspiraciones espirituales relacionadas al Yoga, siempre pienso que la búsqueda de la liberación o samādhi puede interpretarse como una forma de poner sobre nuestros hombros las más altas expectativas a las que podemos acceder como seres humanas. Esto se contrapone con la idea de encontrar satisfacción con lo que somos y tenemos que, dicen, puede llegar a ser mucho más gratificante y liberador que anhelar constantemente más.
Otra perspectiva relaciona a la felicidad con la capacidad que tenemos de poder darle un sentido a nuestras vidas. Esto es, reflexionar sobre la vida como una totalidad y encontrar, a través de componentes cognitivos, éticos y emocionales, un sentido y/o una razón para vivir, que sostenga nuestro paso por este planeta. Esta posición, nos puede hacer soportar muchísimas penurias y desafíos en pos de un bien mayor que puede ser, por ejemplo, la creencia (definida como algo que una persona acepta como cierto) de una dicha permanente en el más allá.
Otra aproximación, (y esta me gusta a mi porque me parece que me acerco a ella cada vez que salgo de salamba sarvangasana – A.K.A. sarvangasana bliss), sostiene que la felicidad no está afuera, si no dentro, literalmente: la felicidad química. Como todos los demás estados físico/emocionales, nuestro bienestar subjetivo se determinaría por la compleja danza de hormonas y otros fluidos internos que, en una combinación determinada, nos haría sentir la felicidad expresándose siempre en sensaciones agradables *en* el cuerpo/mente. Y es que, si no es allí, ¿dónde más podría manifestarse la felicidad?
Por último, otra aproximación a la felicidad tiene que ver con el llamado a conocernos a nosotras mismas.
Conecto este principio con las doctrinas del yoga que hablan de que los humanos ignoramos nuestra verdadera naturaleza y, a través de la práctica de los diferentes aspectos del yoga, podemos reconocer lo que somos y así encontrar la libertad. Personalmente, pienso que aquí hay mucha sabiduría ya que, la respuesta a la pregunta ¿Qué es real y qué irreal o ilusorio?, sin bien puede ser diferente para cada una, determinará la relación que tengamos con nosotras mismas, con los demás y con la vida. Según Feuerstein, es en esa pregunta donde se esconde el secreto de la felicidad pues, «todo lo que hacemos está determinado por nuestra imagen de las cosas», es por eso que «el despertar y la realidad son esencialmente iguales» pues, una vez encontramos que es lo real, eliminamos los filtros que la mente crea y podemos actuar acorde: «Lo único que nos puede liberar es la realidad.»
Pareciera ser que:
La verdad no es fácil, pero es verdad.
El equilibrio no es divertido, pero es equilibrado.
Los tiempos felices no crean una buena historia, pero son tiempos felices.



Durante Agosto seguimos con clases presenciales en La Salita. Daré clases en un nuevo horario los días martes y jueves de 18:30 a 19:45hrs. Toda la información aquí.
Muchísimas gracias por leer, ¡hasta la próxima!

