¡Hola!
Durante las últimas semanas estuve pensando sobre el origen de mi interés en el Yoga y, más abajo, te cuento el encuentro con un libro que, sin saberlo en ese momento, marcó mi vida. Uso este recuerdo como excusa para reflexionar sobre la idea que vemos en algunos lugares de que el yoga lo arregla todo. Además de eso, te comparto una secuencia para los días de menstruación.
Finalmente, encontrarás información sobre los talleres que vienen, en especial el ciclo de Talleres para Profesoras/es de Yoga que me (nos) tiene súper entusiasmadas.
Comencemos:
M I * P R I M E R * L I B R O * D E * Y O G A
El primer libro de yoga que tuve, llegó a mis manos a través de mi hermano mayor. Debo haber tenido 11 o 12 años.
El título es «Aprendo Yoga» (1968), de André Van Lysebeth, y es el primero de una colección de tres libros, hoy considerados clásicos.
Van Lysebeth era Belga, fue discípulo de Swami Sivananda y es a quien, según Wikipedia, le debemos el término «Yoga Teacher Trainning», (en específico en su versión de 2 o 3 semanas de «retiro» en un lugar tipo resort). Era tan buen divulgador de Yoga que su libro -traducido al español- llegó a las manos de mi versión pre-adolescente aquí en el sur del mundo.
Me acuerdo de la sensación de curiosidad e impacto al leer y ver las fotos. El libro comienza hablando sobre la importancia de la respiración para después, luego de algunos capítulos, dedicarse exclusivamente a revisar, asana por asana, la «Secuencia Rishikesh» (ver fotos). Lo que más me impresionó, obviamente, fueron las posturas: jamás había visto nada como eso. Me parecían maneras extrañas y entretenidas de ubicarse en el mundo.
Como en muchos otros libros, en este, el yoga se presenta como un remedio; una solución al estrés continuo en la vida de todos quienes participamos dentro del sistema social y económico de turno. Se pregunta el libro «¿Son felices todos esos civilizados? Ya no tienen hambre ni frío, por lo menos la mayoría, pero necesitan píldoras para dormir, comprimidos para evacuar sus intestinos perezosos, calmantes para sus dolores de cabeza y tranquilizantes para soportar la existencia.»
Entonces yo, con 11 o 12 años, maravillada, me enteraba de que habían otros puntos de vista con los que enfrentar la vida, caminos antiguos y ancestrales (no de mis ancestros específicamente, pero eso no importaba), lo cual fue algo muy importante para mi.



Flash forward a hoy, 25 años más tarde, y ya siendo profesora de yoga, muchas veces me pregunto: ¿de dónde viene esta idea de que el yoga «arregla» a la gente? Entre otras partes, esa idea viene de los libros. Literalmente.
La mayoría de los libros de yoga continua e insistentemente, explican qué hacer cuando en ansiedad, qué hacer cuando en depresión, qué hacer cuándo en tal o cual. Sin ir muy lejos, el clásico y excelente «Luz sobre el Yoga» (1966 – evidente influencia de «Aprendo Yoga»), de B.K.S. Iyengar, en su segundo apéndice, enumera «Asanas curativas para múltiples dolencias», donde la lista de dolencias es larga y variada. Es una maravilla.
El asunto es que si, el yoga puede ayudar en muchas condiciones, (siempre y cuando estemos ante una persona que sepa lo que está haciendo), pero apostaría a que ninguna de las personas que enseñan yoga hoy están preparadas para arreglarlo o curarlo todo. Es una exigencia imposible hacia la disciplina misma. Es marketing.
Sabiendo que no es necesario creer en nada para ponerse a practicar asanas y recibir sus beneficios, si eso es lo que se busca, es simpre importante recordar que la práctica de posturas es una parte pequeñita dentro un sistema de creencias enorme. Entre otras cosas, en ese sistema, las personas creen, por ejemplo, en vidas pasadas y vidas futuras. En que, en cada vida, si tenemos buen karma, podremos ir acercándonos a la verdad un poquito más, y un poquitito más, hasta alcanzar la liberación. Lo que quiero decir con esto es que no quieren todo para ayer. Eso de «arreglarnos» a nosotros mismos de un momento a otro y de manera definitiva pertenece, pienso yo, a un sistema y ritmo súper actual.
Pero hay otros ritmos. Siempre los hay.
Entendiendo la importancia de la salud física y la conexión de esta con la salud mental y el bienestar general, finalizo con algunas preguntas a modo de reflexión:
¿Qué pasaría si llego a mi mat aceptando cómo soy y cómo estoy, sin pensar en que hay alguna falla en mi, ni tampoco algún potencial magnífico escondido?
¿Como sería si nos aproximáramos a la práctica sin grandes pretensiones?
¿Cuál sería el sentido de la práctica entonces?
¿Estaríamos practicando Yoga?
S E C U E N C I A * D E * M E N S T R U A C I Ó N
El método Iyengar, sugiere cambiar nuestra práctica durante los días de sangrado. La recomendación es descansar los primeros días para luego volver a la práctica teniendo cuidados que no agraven los síntomas que podemos tener (hinchazón, molestias abdominales y de espalda baja, baja energía, etc.)
En las fotos puedes encontrar una secuencia que sirve como guía para esos días: creamos espacio, nos extendemos, rotamos y flexionamos sin sobre exigir.
La secuencia en cada foto se practica de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo. Entre 1 y 5 minutos dependiendo de la postura y la capacidad.
¡Qué sea de beneficio para ti!


T A L L E R E S
Entre el 07 de Mayo y el 30 de Julio, junto a cuatro queridas colegas profesoras, realizaremos un ciclo de “Talleres de enseñanza para Profesoras/es de Yoga”. Serán cinco talleres, con diferentes temáticas, cada uno guiado por una de nosotras.
Mi taller, titulado: “Ganar confianza en la enseñanza”, será el día 28 de mayo.
Toda la información al respecto la encuentras AQUÍ.
Si tu interés está en sumarte a mis clases regulares, toda la información está AQUÍ.
Muchas gracias por leer, ¡hasta la próxima!