#4: ¿Qué esperas de tu profesora de yoga?

Con la intención de reflexionar y, sabiendo que no hay respuestas incorrectas, tengo una par de preguntas para ti:


¿Por qué practicas Yoga Asana?
Yo practico asana, entre otras cosas, porque es una forma directa y efectiva de conectarme con mi realidad interna. A través de la práctica recorro y reconozco mi paisaje interno. Pero, ya que ese paisaje está en constante transformación, la práctica me permite notar los cambios, respetarlos, cuestionarlos, rechazarlos o aceptarlos, dependiendo del caso.
Además, la práctica le entrega calidad y calidez a toda mi experiencia de vida.

¿Que sea Fit?, ¿Que esté siempre en Paz?

¿Qué esperas de tu profesora de Yoga?
Esta pregunta la tomé de un post de instagram de Amparo Phillips quien, con sus ilustraciones reflexivas, siempre ilumina lugares interesantes de maneras muy hermosas.

Yo esperé mucho de mis profesoras y profesores: que me cayeran bien, que me enseñaran a vivir con sabiduría, que fueran inspiradoras, que me tuvieran paciencia, conectar con ellas, etc. 

En todo caso cuando, a comienzos de este siglo, comencé a practicar yoga, algunos profesores -al comienzo todos fueron hombres- que tuve, tenían un airecito a gurú que hacía que, naturalmente, la expectativas fueran altas. Ignorancia Pura.
Con el paso del tiempo y, transformándome yo misma en profesora, he aprendido a sacar lo mejor de cada experiencia. Estoy lejos de pedir perfección pues el sistema totalmente perfecto no existe y, si existe, no tiene mucho que ofrecer. Ya no me importa si mi profesora me caen bien o no, evalúo si hacen bien su trabajo y, como soy optimista, incluso cuando se cometen errores, agradezco la oportunidad de agregar algo a mi lista mental/emocional de lo que a mí me gustaría evitar.

Y esto me lleva al tema principal de este Newsletter:
Hace aproximadamente un mes, di un taller para profesores de yoga pensando en compartir algunos puntos de vista sobre cómo ganar confianza en la enseñanza. Una de las referencias que usé para ese taller fue un libro llamado How Not To Teach Yoga (Como no enseñar Yoga) de Tori Lunden. Ella es una profesora canadiense, con un background en trabajo social quien, luego de pasar por múltiples procesos de certificación y especialización, crisis e identidades como profesora, quedó algo confundida, plasmando en el libro una combinación de historias personales y sugerencias para mejores prácticas.
En particular, hay una reflexión que hace en su libro respecto a lo que ella llama el Yoga Teacher Armour (La Armadura del Profesor de Yoga): «Un disfraz espiritual, protector, que usamos para enmascarar la vulnerabilidad y/o la falta de conocimiento o experiencia.» 

Enmascarar la falta de experiencia o conocimiento implica, desde mi opinión, una falta de profesionalismo no importa a lo que sea que te dediques. Lamentablemente, en el mundo yogi, esto no es tan inusual como esperaríamos y es que la enseñanza es un trabajo independiente, con un camino alternativo, visto muchas veces como algo hippie y espiritual, en el peor de los sentidos. 
Enmascarar la vulnerabilidad es otra cosa: Es aprovecharse de lo que el marketing y las RRSS dice que una profesora tiene que ser y ponerse ese disfraz; es tener miedo a exponer la humanidad, los errores y la ignorancia que todos poseemos en algunos aspectos, nos guste o no. Pero que no se mal entienda, en los tiempos que corren, mostrarse vulnerable es algo sumamente complejo. Reconocer la armadura es una cosa y luego, sacársela, requiere de práctica y valentía. Y es exactamente por eso mismo que es sumamente importante ya que, como dice Brené Brown: «La vulnerabilidad es el lugar de nacimiento de la innovación, la creatividad y el cambio.»  

Para terminar, me gustaría complementar la pregunta de Amparo: ¿Qué esperas de tu profesora de Yoga?, ¿Que sea excepcional o que sea humana?

Esperando que estás reflexiones sean de beneficio para ti me despido por ahora. ¡Muchas gracias por leer, hasta la próxima! 🫀