Si eres practicante de yoga postural y/o instructora de asanas, ¿qué consideras más valioso: la flexibilidad o la estabilidad?
Imagina que tienes dos opciones: alcanzar todas las asanas en su versión final, aunque con inestabilidad o dolor; o, por otro lado, experimentar cierta dificultad para lograr las posturas, pero con estabilidad y sin dolor. ¿Qué elegirías?
¿Qué significa realmente elasticidad? ¿Y rigidez?
Retomando lo compartido en el post del mes pasado, sabemos que un cambio en una parte del cuerpo afecta a todo el sistema que se acomoda a ese cambio. Esto se debe a que la fascia conecta todo lo que somos y, al mismo tiempo, nos permite distinguir las partes que nos forman. Una maravilla.
Desde este enfoque hay dos propiedades fundamentales de la fascia: rigidez y elasticidad. Estos conceptos son esenciales tanto en el yoga postural como en otras disciplinas físicas. Como propiedades, no llevan un juicio de valor asociado; simplemente se observan: existen o no, y qué grados.
RIGIDEZ
Es la resistencia a la deformación, también llamada tensión apropiada.
Sin una rigidez adecuada, podemos correr riesgos al estirarnos por tiempos prolongados o en movimientos rápidos.
ELASTICIDAD
Es la capacidad de deformarse bajo tensión y luego regresar a nuestra forma y longitud originales una vez que la tensión se libera. Debido a que el cuerpo funciona como una red de tensiones y compresiones, la elasticidad permite absorber y distribuir fuerzas, manteniendo la integridad estructural. La elasticidad incluye la capacidad de elongarse, pero va más allá, ya que implica retornar a la forma inicial.
Pensemos en un elástico: al estirarlo, sentimos su rigidez, o resistencia a la deformación; al soltarlo, se muestra su elasticidad al volver a su forma original.
La elasticidad en la fascia es una característica no solo en cuanto a la recuperación, sino también de nuestra postura natural en reposo. A diferencia de un elástico, el cuerpo humano siempre tiene una tensión de base, una elasticidad por defecto. Esto se debe a las líneas de tracción, creadas por los huesos, y que existen incluso en reposo.
Si llevamos un elástico más allá de su límite, tenemos dos posibles resultados:
1.- Plasticidad: Un cambio permanente en la estructura, que puede ser positivo o negativo dependiendo de la necesidad.
2.- Ruptura o lesión: Ocurre cuando los límites elásticos se superan de forma abrupta (un desgarro isquiotibial, por ejemplo, ¿te suena?).
En el cuerpo humano lo ideal es encontrar un equilibrio entre elasticidad y rigidez. Ninguna propiedad es superior a la otra; ambas son necesarias.
INTEGRIDAD ELÁSTICA
La combinación de rigidez y elasticidad resulta en lo que se llama integridad elástica o «tensión óptima en reposo». Esto significa que el cuerpo puede deformarse, resistir la deformación y luego regresar a su configuración original, absorbiendo y distribuyendo fuerzas sin perder su forma ni funcionalidad.
En torno a esta tensión óptima, encontramos cuatro atributos:
- Velocidad: Capacidad de moverse rápidamente sin perder estabilidad.
- Quietud: Capacidad de mantener la estabilidad en reposo.
- Rigidez: Resistencia a la deformación.
- Estiramiento: Habilidad para alargarse.
Al practicar asanas, un equilibrio entre estos aspectos ayuda a cuidar nuestro cuerpo y mejorar nuestra postura. Favorecer un atributo sobre otro puede desequilibrar este sistema. En el libro que inspira este texto, se adapta el gráfico de arriba, en relación a los estilos de práctica de asanas, (en amarillo), no es perfecto, pero sirve como guía.
Con esta información, como practicantes e instructores de yoga, puede ser útil preguntarnos:
- ¿Cómo es mi integridad elástica natural?, ¿o de quién practica conmigo?
- ¿La integridad elástica es óptima para mis/sus necesidades?
- ¿Existe alguna forma de práctica que pueda mejorar y mantener esta integridad elástica a largo plazo?
TIEMPO
Esto es importante: Para influir en la fascia, los cambios deben ser graduales y sostenidos en el tiempo. Aunque un entrenamiento intenso puede mostrar cambios rápidos, estos suelen ser temporales si no afectan la fascia profundamente. Transformaciones duraderas en la fascia, que demora más tiempo en “deconstruirse y reconstruirse”, pueden tardar entre 6 y 24 meses, lo que subraya la importancia de práctica sostenida y de un descanso adecuado.
CONCLUSIÓN
Entender el cuerpo desde la biotensegridad y la fascia nos permite ver la elasticidad como algo primordial, más allá del simple estiramiento y/o la flexibilidad. Sabiendo que deseamos que nuestras prácticas y clases sean seguras, es relevante la comprensión de la rigidez desde este nuevo punto de vista, quitándole la connotación negativa que a veces puede tener en el mundo del yoga entendiendo que, junto con la tensión, la presión y el estrés, son guardianas de nuestra integridad. Por supuesto que también la flexibilidad y la capacidad de estirarnos/elongar son relevantes siempre y cuando, nuevamente, no perdamos la integridad de los tejidos, por lo que hay que tener atención en caso de personas muy flexibles por naturaleza para quienes rigidizar o tensar sus tejidos puede ser más valioso que pasar demasiado tiempo concentradas en estirarse por el mero hecho de estirarse.
Finalmente, es tentador pensar que lograr la forma correcta importa solo cuando estamos en una clase de yoga. Sin embargo, y esto corre también para cuando estudiamos la filosofía asociada a la práctica, la verdadera prueba de valor está en lo que acumulamos y aprendemos también para cuando no estamos haciendo yoga. Necesitamos nuestro cuerpo con su integridad material y nuestros principios siempre, no solo mientras practicamos. El verdadero valor está en lo que somos no solo dentro, sino, sobre todo, fuera del mat.
¡Nos vemos en clases!



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Muchas gracias por leer, ¡hasta la próxima!
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Un comentario en “#26: Formar, deformar, reformar, transformar – Parte 2.”
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